
Escribir en clave de paz
A diferencia de la palabra pronunciada oralmente, lo escrito permanece. Lo escrito tiene la capacidad de atravesar días, semanas o años y, en esa permanencia, seguir influenciando nuestra conducta.
Si hemos tenido la suerte de contar con una educación en ese sentido, es probable que la escritura haya sido parte de nuestra vida desde pequeños. Para poder escribir hemos tenido que incorporar pautas de escritura, reglas que nos permiten hacerlo correctamente y ser entendidos por otros.
Sin embargo, no siempre reparamos en el hecho de que la escritura posee una dimensión semántica que la hace un medio para la promoción de la paz o la violencia. Es curioso que, a pesar de que la paz y la violencia son dos asuntos que nos preocupan bastante y la lectura o escritura ocupan gran parte de nuestras vidas no seamos –siquiera- medianamente conscientes de esa dimensión.
No obstante, esto es esperable y consecuencia directa de nuestra educación: no hemos sido entrenados ni motivados para buscar o desentrañar, en aquello que leemos, las claves de violencia o paz que están en lo escrito. Aunque hemos aprendido a leer o escribir no hemos aprendido a hacerlo en clave de paz, es decir atendiendo a la función pragmática pacífica o violenta de lo escrito, a su “para qué”.
También, desde luego, pudiéramos decir que hay una escritura en clave de violencia, presente en redes sociales, la prensa escrita, etc. y que se manifiesta de modo alarmante en muchas de las expresiones escritas diarias: segmentando, victimizando, marginando y dividiendo; está en todos lados y no respeta fronteras ni estratos sociales.
Frente a lo planteado ¿podemos construir discursos de paz, de concordia, de emancipación del odio? Creo que podemos y debemos. Aunque de hacerlo, será intencionalmente, porque solo intencionalmente puede vencerse el peso del condicionamiento sufrido para no ver la violencia.
¿Podemos escribir por propia decisión en clave de paz? Ello implicará una lectura crítica de la escritura para visibilizar las violencias allí donde están oculta tras discursos que, a primera vista, parecen inocentes. Implicará ordenar y recomponer un terreno que ha sido minado- muchas veces- por el odio.