
¿Qué significa criar desde la Plena Atención?
Hablar de maternidad y paternidad consciente no es hablar de una sola cosa. Es hablar de un océano de experiencias, de cambios, de pruebas y ensayos, de errores (sin lugar a dudas), de avances y de aparentes retrocesos. Ahora bien, dentro de todas estas posibilidades, ¿qué hay en común en todo esto? ¿Hay algo que nos pueda indicar que sí se trata de maternidad y paternidad consciente? ¿Cómo el Mindfulness puede llevarse a la crianza?
Una ma-paternidad consciente es crianza que conoce y encuentra un equilibrio (nunca fijo ni estático, sino vivo y cambiante) entre las necesidades de los/as hijos/as y las propias. Para esto, evidentemente, se necesita, sobre todo, mucha escucha interna y externa, más allá de las primeras impresiones por las que muchas veces, si no estamos o sabemos estar atentos, nos dejamos llevar. Estas primeras impresiones están moldeadas por un sinfín de experiencias, pero principalmente por patrones y condicionamientos aprendidos a lo largo de nuestra biografía (sabiendo que los primeros años de vida son cruciales). En estos patrones de reacción podemos encontrar, además, el estilo de apego que tuvieron nuestros progenitores con nosotros/as mismos/as y que modeló nuestra forma de relacionarnos. Sabemos, actualmente, que existen diferentes propuestas teóricas sobre apego, pero probablemente la que cuente con mayor acogimiento dentro de las ciencias de la salud y sociales sea la teoría del apego de Bowlby, quien propone cinco patrones de vinculación. Cada uno/a de nosotros/as hemos sido criados bajo un patrón predominante y que, si bien no estamos condicionados a repetir (como ninguna otra cosa), si no hay un trabajo consciente de reconocimiento y aceptación, puede repetirse en lugar de que haya la elección atenta de crear un nuevo vínculo con nuestros/as hijos/as.
Las implicaciones a futuro que tienen las relaciones que establecemos con nuestros hijos/as hacen que revisar estos patrones y otras experiencias se convierta en algo fundamental. Probablemente, nuestra huella no impacte tan fuerte en nadie como en ellos/as, quienes si bien no nos pertenecen y son seres independientes de nosotros/as, nuestros mensajes, disponibilidad y muestras de afecto constituyen, en parte, su experiencia en el mundo (a corto y largo plazo).
Sabemos, además, que el estrés puede afectar nuestro ánimo y junto a esto, la relación con nuestros/as hijos/as. Para Bogels y Restifo, un padre o madre estresado responde de determinada manera antes las necesidades de sus criaturas. Concretamente, un ma-paternaje mediado por el estrés se caracteriza por ser menos sensible a las necesidades los/as pequeños/as, menos afectivos, más reactivos, más autoritario y menos receptivo. Todo esto, evidentemente, genera una determinada respuesta en los/as hijos/as que a su vez va a retroalimentar el estrés de los ma-padres. Sucede lo contrario cuando se trata de lo inverso, donde un ma-paternaje con menor estrés va a traducirse en respuestas más sensibles, más afectivas, menos reactivas, más democráticas y más receptivas, lo cual moldea y modela el desarrollo de los/as pequeños/as.
Desde la práctica constante y sostenida de Mindfulness, es decir, la conciencia que surge de prestar atención al momento presente de manera deliberada, abierta y sin juzgar (a pesar de que surjan juicios)… podemos ayudarnos a que nuestros niveles de estrés disminuyan no por que deje de haber estrés en nuestra vida, al contrario, sino porque conocemos el funcionamiento de todo este mecanismo.
Si bien la vida nos enfrenta a un sinfín de constantes retos – lo que nos genera invariable e inevitablemente estrés-, cuidar y atender nuestro bienestar es importante; no sólo es una tarea importante por lo anteriormente mencionado y el impacto sobre los/as hijos/as, sino que se convierte en una noble oportunidad de investigarnos más a fondo y poder encontrar respuestas a muchas de las experiencias internas y externas que vivimos de manera reiterada. Mediante esta escucha, sostén, apertura y cuidado nos encontramos ante la posibilidad de ver, de comprender más allá de lo esperado, de cuidar cualquier experiencia íntima y de poder actuar conforme a lo verdaderamente se considere valioso para uno/a y si fuera necesario, para los/as hijos/as.
Esta forma de estar en el mundo y de vivir la ma-paternidad implica, entre algunas otras cosas más, crear una crianza autónoma, propia y en ocasiones contracultural; una crianza que sepa leer desde el cuerpo, territorio que debemos decolonizar para esto. Implica, también, mucha autocompasión que acompañe la reflexión, para no patinar u obviar sobre la culpa, el olvido, la desconsideración, etc.
Y desde este lugar, donde se abrirán muchas cosas nuevas, experiencias, ideas, sensaciones, relaciones, etc. Habrá también una muerte consciente de aquello que ya no encaje, en lo que ya no se crea y de lo que encierra… Aunque sin lugar a dudas merece la pena.